En una capital de 21 millones de habitantes, 30 mil suena a “un Estadio Azteca lleno” y no parece preocupar cuando se trata del número de niños institucionalizados en México. Sin embargo, es una bandera roja del estado actual de nuestra salud social. El nivel de violencia está desbordado y esa cifra es uno de sus síntomas más graves. Aún cuando el esfuerzo de darles un techo y un sustento libre de violencia es increíble y altamente loable, además de que evita que esos pequeños vivan en situación de calle, la dura realidad es que son soluciones a problemas que no deberían existir, como el abandono de los hijos. Es algo que suelo comparar con la separación de vagones por género o “vagones exclusivos para mujeres” en los transportes públicos Metro y Metrobús de la ciudad: es una solución a un problema llamado “acoso/abuso/violación sexual con tendencia feminicida en el transporte público” que es increíble que sea del tamaño que es y tristemente exista en más de un país. No se trata de juzgar ni de apuntar con el dedo, porque eso no sirve de nada más que para llenar renglones (no es una solución). A veces me pregunto si de verdad México está muy lejos de llegar a metas de equilibrio social como el que ha adquirido Países Bajos al librarse de sus perros vagabundos y sus cárceles (por citar uno de muchos ejemplos en varios países). Pareciera que todos los caminos se complican de sólo comenzar su trazo en una cultura como la nuestra, donde pareciera que la misión es encontrar todos los “peros” posibles a cualquier idea y amputarle cualquier posible brazo que pudiera asirse de alguna esperanza de vida. A veces quisiera saber si hay alguna otra cosa aparte del fanatismo o la crisis (fútbol, los terremotos, las marchas y otras innombrables), que nos pueda mover en equipo hacia una realidad que sea más amable y más vivible, con un cambio/evolución de conciencia. Un poco como la ola pero que realmente nos sacara de la frecuencia de violencia, como un reset del chip. Si tan solo la humanidad fuera programable como en la Matrix…
El punto de vista que le escuché al verdadero Patch Adams, cuando fue a dar una plática (en inglés) al ITESM en Ciudad Juárez en uno de sus momentos más violentos, parecía tan soñador como su apariencia, pero utilizó la más sencilla y simple lógica para mostrar la veracidad de su argumento. Patch Adams pidió a su audiencia que levantara la mano cada persona que creyera que el “amor” era lo más importante del mundo. Sin dudarlo, todas levantaron la mano. Su segunda pregunta fue: “¿Quién considera que las matemáticas son más importantes que el amor?” Se escuchó una risa general y todos voltearon a verse sin mover sus manos. Sonreía sin hablar mientras esperaba que el silencio regresara a la sala. Cambiando a un gesto un poco más serio que no oscurecía su colorida presencia, con una voz más pausada y volteando decididamente hacia las miradas de sus atentos y bilingües receptores, les hizo entonces la pregunta: “¿Y por qué entonces, es que en ningún lado se enseña cómo amar?” Su comentario estaba por encima de una crítica a cualquier sistema educativo: hablaba de una falla de raíz, de la falta de conocimiento que todos tenemos y perpetuamos sin saberlo sobre cómo amar y cómo amarnos desde la plenitud y no desde la carencia. Dejar de ser víctimas de otras víctimas y romper círculos viciosos para tener habitantes sanos con un corazón pleno que no sean capaces de abandonar, golpear o violar a un niño, una niña o una mujer. Tomar la responsabilidad de nuestra participación en el grupo, que no discrimina la situación individual y a todos apunta, y sanarnos a nosotros mismos para dejar de ser parte del problema (sin importar si hemos o no abandonado, golpeado o violado) por ese solo hecho y pasar a ser parte de la solución, o ser una célula sana capaz de sanar a otras. Sin duda su mensaje, además de inspirador, resultó estar muy alejado de cualquier fantasía heroica/mesiánica de predicador de catálogo y muy centrado en la realidad del auto-mejoramiento como principal contribución a la tan supuestamente deseada “paz mundial”. Así que manos a la obra.
-Editado por Tania Pineda J.
Nota-Reconocimiento-Agradecimiento-#ShoutOut
Así como Patch Adams fue a dar su conferencia gratuita en 2008, en 2004 Jane Fonda, Eve Ensler y Sally Field caminaron junto con cientos de mujeres hermanas, madres y amigas de #lasmuertasdejuárez cuando los números hacían ya noticia internacional. En este clima de enemistades, quiero dejar por escrito que ellos cuatro entre otros más están en mi lista de “Americanos que Apoyan a las y los Mexicanos en Fraternidad”. Thank you for showing us some love and for giving a ______.