Uno de los ejes del Proyecto GLIA*, es mejorar la salud mental y emocional de sus participantes, para que así mejore su salud física y su calidad de vida; partiendo de la premisa de que las personas saludables son el ingrediente base de las sociedades fuertes. También sabemos que es importante que para ayudar a los demás es necesario ayudarse a sí mismo y así permitir la unión entre semejantes y fomentar la empatía, lo cual no sucede en los modelos asistencialistas, en los que los beneficiarios son únicamente vistos como “víctimas”. Es por eso que este proyecto se enfoca en que sean los mismos “beneficiarios” los que se ayuden entre sí: las abuelitas y abuelitos que son visitados en su casa hogar saben que los niños que les visitan vienen de casas similares y generalmente de vivir situaciones de violencia; los niños y niñas, por su parte, saben que esas abuelas y abuelos viven solos y la mayoría de ellos no tienen familia. Ambos entienden, sin necesidad de muchas explicaciones, que todos participan en estos encuentros para ayudar al otro grupo, y eso, al menos desde mi perspectiva, es lo que hace la magia. Estos acercamientos les brindan una nueva visión de su situación personal: “Hay muchos otros problemas que otros sufren, además de los míos.”
Desde la primera vez que les explicamos a los abuelitos de CDP** las circunstancias de las niñas que los visitarían (antes de su primer encuentro), nos manifestaron su consternación y preocupación por ellas: “¡No puedo creerlo!, ¿quién abandonaría a una niña?”, “¡Ay Dios, qué triste!”, “Yo las voy a apapachar”. Lo mismo pasó con las niñas, aunque para ellas fue más claro después de haberlos conocido. Cuando se encontraron en esa primera reunión GLIA*, ambas partes ya tenían claro que “su misión” era ayudar, y ese sentimiento de apoyo es justamente lo que les eleva su autoestima: “Soy útil e importante para alguien”. Ambos grupos desde la primera reunión se mostraron muy respetuosos, acomedidos, afables e incluso cariñosos. Al hacerlo una visita quincenal o mensual, se convierte en un encuentro familiar donde los y las abuelas aconsejan a “sus nietecitos” mientras ellos les ayudan a caminar o a rodar en su silla de ruedas.
Para mí, la señal más clara de que les ayuda en su bienestar emocional, es que siempre tienen ganas de volverse a ver.
* Germinando Lazos Inter Asociaciones, ** Casa de la Divina Providencia
-Editado por Tania Pineda J.