Nos encontramos en un momento de la humanidad en el que la depresión está a punto de convertirse en la discapacidad número uno de las sociedades urbanizadas. Esto podría parecer algo “triste”, pero la realidad es que es un problema mucho más grave y profundo: es una epidemia que mantiene a un amplio sector de la sociedad con enfermedades crónicas, en un estado elevado de violencia, inactividad, desinterés y aislamiento. Por ello, resulta importante trabajar colectivamente para erradicarla de raíz.
El abandono, que es causa de depresión, se siente como desamparo, soledad y angustia: “no cuento con nadie”, “no tengo a nadie”, “no sé a dónde pertenezco” y, desafortunadamente, son emociones que experimentan muchos de los niños y adultos que no viven con sus familias, sino dentro de alguna institución, con otras personas en la misma situación de abandono, que carecen de familiares que cuiden de ellos con el amor y paciencia que necesitan a sus respectivas edades. Nota: siempre mejor en institución que en la calle, se entiende.
Una forma de contribuir en esta dura batalla por la erradicación de la depresión, es uniendo a niños y abuelitos en situación de abandono, a través del proyecto “Germinando Lazos”. Los pequeños apenas comienzan la aventura de la vida, mientras que las abuelitas y abuelitos se van preparando su salida, y aún cuando se encuentran en momentos opuestos de su existir, en la circunferencia de la vida coinciden en el inicio-final. Ambos se encuentran muy cerca del punto donde “naces solo” y “te vas solo”, y eso les permite verse reflejados el uno en el otro a pesar de la diferencia de edades y contextos. Sin imaginarlo, es uno la medicina del otro: en un momento fugaz y reconfortante, la abuelita Esther se concentra por unos segundos en la mirada que le devuelve el niño Atreyu* y, sin decirse nada, ambos saben cómo se siente el otro. Se abrazan en silenciosa complicidad y, sólo por ese valioso instante de empatía, la vida se percibe un poco mejor**.
*Por seguridad, todos los nombres de los niños que mencionamos en este blog son ficticios.
**Mi comentario se basa en los testimonios que las participantes me han expresado.
-Editado por Tania Pineda J.