Epidemia de cancelación. De la buena voluntad mal interpretada emerge la hoy conocida como hashtag #cancelculture, o cultura de la cancelación, que significa “cancelar todo aquello que no es políticamente correcto o que caracteriza negativamente a otras culturas”.
Cada semana se agudiza la polarización entre quienes buscamos la paz y quienes buscan la guerra (personal, social, virtual, digital o total). En el afán de eliminar todo aquello que pueda ser utilizado como arma para dañar otra persona, los medios masivos y la cultura popular manifestada en redes sociales ha decidido que muchos personajes e historias ya no tienen lugar en un ambiente de tolerancia y bien-convivir y por lo tanto han sido cancelados(as) y eliminados para siempre.
A los adultos cuarentones y cincuentones al oeste del Atlántico y al norte del Trópico de Cáncer nos cancelaron varios personajes de caricatura que acompañaron nuestra infancia (de los que fueron creados en Estados Unidos): Pepe Le Pew, Speedy González, Peter Pan, Dumbo, El Libro de la Selva, La Familia Robinson, La Dama y el Vagabundo y los Aristogatos (y al menos cinco libros de “Dr. Seuss”). Fueron cancelados por contener o representar estereotipos y/o comportamientos negativos relacionados a grupos étnicos o raciales no caucásicos. Esto es verdad. Los estereotipos representados dentro de las historias de estos personajes sí refuerzan clichés negativos sobre personas de ascendencia asiática, de ascendencia africana, las tribus originarias de América del Norte, los mexicanos y los migrantes en general.
Cancelar, borrar o eliminar es la aparente “solución” más fácil y sobre todo barata: se pierde un poco de dinero por aquellos productos o personajes que ya no se van a poder monetizar, pero nada más. Sin embargo, desde el punto de vista educativo cancelar no soluciona nada, porque el daño generado por esos contenidos no se corrige. No hay una declaración posterior de reparación, del “deber ser”, una demostración de “el mejor camino” o “el cambio positivo” o de “así es mejor”, simplemente se elimina “como si nunca hubiera pasado”.
Oponiéndose a la #CulturaDeLaCancelación, existe #ConversacionesParaElCambio, o #ConversationsForChange en inglés. Esta propuesta justamente invita a dialogar y “desmenuzar” las situaciones negativas del pasado para entenderlas y poder así modificarlas activamente. Es mi opinión que Disney, Warner y Dr.Seuss podrían tomar responsabilidad sobre las consecuencias de sus historias anteriores y tomar un camino más proactivo creando nuevos y mejores contenidos a partir de sus personajes anteriores para poder así generar una reflexión: pedir una disculpa por las ofensas cometidas por ignorancia y comenzar a reparar el daño que causaron generando nuevas conversaciones sobre la cultura inclusiva, tolerante y pacífica que se busca lograr entre las personas y las naciones.
A continuación les comparto a mis lectores un ejemplo de una de estas posibles #ConversacionesParaElCambio usando a Speedy González, quien por muchos años representó un cliché del “mexicano” que hoy se conoce en casi todo el mundo. No soy diseñadora ni caricaturista ni productora de programas, lo que justamente demuestra que no es tan difícil ni tan caro hacer lo correcto – aunque cueste tiempo, dinero y esfuerzo – educar en vez de cancelar.
Hey, Hello! Hola! Mi nombre es Ramón “Sparky” González. Vengo de una extensa familia de Chihuahua, México, aunque de acuerdo a la historia de mi país, mi apellido es originario de España.
Muchos de ustedes seguramente conocen a mi tío abuelo Alejandro, mejor conocido como “Speedy” González. Él fue el primer corredor Rarámuri que conoció el resto del mundo. ¡Hoy en día la más conocida es María Lorena Ramírez, que ha ganado varios ultramaratones en diferentes países!
Yo, al igual que mi tío abuelo, vine a vivir a Estados Unidos cuando era muy pequeñito, porque mis padres querían una vida mejor para mí que la que me podían ofrecer allá. Pasamos muchas dificultades, pero gracias a que mi papá y mi mamá trabajaron muy duro, yo pude ir a la universidad y leer muchos libros.
Muchos de mis compañeros de la escuela se acordaban de mi tío abuelo y de su primo, y siempre me preguntaban si toda mi familia era floja, que por qué no usaba sombrero, que si yo también gritaba antes de correr… ¡Por supuesto que no! Como en todas las familias del mundo, de todas las razas del mundo, siempre hay parientes que son flojos o “salen de mala sangre” como decía mi abuela: por alguna razón (genética o no) hay quienes disfrutan hacer daño a otros y carecen de conciencia. Pero no somos todos.
A mí me dicen “Sparky” porque dicen que soy muy “chispa” y siempre tengo nuevas ideas y nuevos chistes para compartir. Ya tiene algunos años que terminé mi carrera y ahora tengo un trabajo en una aerolínea que me encanta y me permite viajar mucho. Además de visitar a mi familia, he podido conocer otros países y otras culturas, lo que me ha enseñado a entender mejor a los que son diferentes a mí. Hoy viajaré a ________. ¡Ven conmigo!
Lo anterior es solo uno de muchos posibles nuevos argumentos de antecedentes o “backstory” que puede tener Speedy González y su “descendencia”, que plantea un nuevo acercamiento desde la realidad factual (los corredores reales de México) y que modifican positivamente la percepción pública de “l@s mexican@s”, creando puentes interculturales dentro de contenidos infantiles para un público ávido de tregua de violencia.
Con esto no quiere decir que ahora las caricaturas deben ser “educativas”. La risa, la diversión, el absurdo, el payaseo y la broma son ingredientes clave de las series animadas que permiten también a los pequeños vivir en su mundo infantil e imaginario. Sólo una caricatura puede sobrevivir una caída libre hacia un barranco, esquivar golpes con velocidad y hacer mil y un travesuras sin graves consecuencias. Hay muchos ejemplos actuales de caricaturas para niñ@s que hoy en día lo hacen sin ofender a grupos étnicos.
Ojalá alguna de estas caricaturas trascienda el modelo del pasado, que hoy es ofensivo, y lo convierta en un modelo inclusivo y divertido para los chicos y grandes de este nuevo presente. Al final, son los grandes estudios como WB, Disney y Universal los únicos que pueden reparar el daño que sus productos anteriores pudieron haber generado en la percepción pública de las personas no caucásicas.
Nota: la modificación a la ilustración original del personaje Speedy González hacia «Sparky» la hice en un programa muy simple de edición de imágenes para hacer el punto de lo sencillo que puede ser hacer un cambio. La imagen de Speedy González, su nombre y todo lo relacionado a él son marcas registradas de WB y los derechos pertenecen a ellos. No copyright infringement or damage intended.