La constante del cambio es un ciclo infinito de comienzos y finales que se suceden mutuamente. Esto lo sabe ya mi mente, y entiende que hay que iniciar los sistemas de readaptación y ajustar las preferencias. Mi corazón lo acepta, pero avisa que el proceso de reacomodo de emociones llevará su tiempo (al menos dame una semana, dijo). El paladar reporta un sabor umami. La mente procesa y acomoda los pasos; el ser trata de identificar todas las emociones provocadas por este evento con muchos adjetivos calificativos para saber cómo procesarlas.
El mismo día que se murió el creador de mi maestra Mafalda tuve que firmar el acta de “defunción” (liquidación) de la asociación civil que fundé poco más de cinco años atrás. Aunque la fundé inicialmente como la plataforma para mi primer libro ilustrado (un “libro con causa”), después de dos años pude iniciar el proyecto “Germinando Lazos Inter Asociaciones”, “Taller de Género en General” y “Ayudando a Ayudar” gracias al apoyo que recibimos de BookBankUSA.
Las casas hogar de menores, las dos casas de adultos mayores donde establecimos los invernaderos-huertos urbanos y toda nuestra red de colaboradores recibieron nuestras cartas de notificación oficial y nuestros más sentidos agradecimientos. Las respuestas fueron llegando también cargadas de emociones, siendo tristeza en la mayoría, pero también acompañada de buenos deseos para todas las personas que construimos juntas este proyecto.
Sí, siempre “ver el lado positivo” es vital para seguir hacia adelante, pero también es importante para nosotras darle su lugar y su tiempo al proceso de duelo: permitirnos llorar el dolor que nos causa este final y el contexto y razones por las que sucede, aún sabiendo que también es el principio de un nuevo capítulo en nuestras vidas. Hemos aprendido en este camino de OLAKAC a vivir cada una de nuestras emociones – a compartir en vez de reprimir y a darle la bienvenida a todas ellas, no solo a las que nos hacen sentir bien. Todos los miércoles desde que comenzó la pandemia nos reunimos una hora a compartir en grupo nuestros sentires y pensares. Hemos reído y llorado juntas, nos hemos compartido nuestros temores y al mismo tiempo nos hemos dado fuerza una a la otra dentro de ese espacio sanador. Hemos saboreado lágrimas dulces llenas de bellas memorias y palabras de aliento de quienes nos acompañaron y se despiden ahora de nosotras, y otras muy amargas al enterarnos que algunos de nuestros aliados y amigos dejaron ya este mundo. Hay satisfacción que arropa el desapego y resiliencia que ocupará el vacío de la pérdida. Hicimos algo. Mini-micro, pero funcionó. La semilla pegó, germinó, creció y fructificó. Después llegó “la vida” y dijo “hasta aquí llegó”. C’est la vie. Este desapego tiene un sabor hongoso pero intenso, ni amargo ni agridulce. Umami. Una maravillosa experiencia con momentos inolvidables y decenas de personas de grande y bello corazón junto a las que elaboré miles de documentos y formatos, pero con las que también jugué con tierra, plantas, estambres y hasta taladros. Talleres con agitados y alegres niños y niñas sentados alrededor de las mesas montadas en los jardines o dentro de los invernaderos, que nos decían “¡Maestra, maestra!” mientras hacían como que seguían nuestras instrucciones en los talleres y en realidad platicaban con sus señoras-amigas(os) de equipo, o sus abuelitas y abuelitos como algunos les llegaron a llamar. Pícaras señoras y señores adultos mayores de risa fácil a quienes les robé alguna carcajada con mis chistes bobos, o a quienes escuché contarme su historia de vida mientras arreglábamos juntos su huerto. Las posadas intergeneracionales con más momentos cursis y dulces a las que he asistido, nivel saca-lágrima. Los gestos más tiernos de y entre los seres más inesperados. Sin duda un trabajo con retos y recompensas altamente satisfactorias. Wikipedia le describe así:
el umami es un sabor sutil pero de regusto prolongado y difícil de describir. Por sí mismo, umami no es sabroso, pero realza el sabor agradable de una gran cantidad de alimentos, especialmente en presencia de aromas complementarios. Pero al igual que otros sabores básicos, umami es agradable sólo dentro de un margen relativamente estrecho de concentración.