Texto: Carolina López
A partir del taller de Inteligencia Emocional y Habilidades Sociales para la convivencia que se llevó a cabo en los GLIAs virtuales de OLAKAC, se brindaron herramientas para mejorar la convivencia de los menores de las diferentes casas hogar con las cuales trabajamos. Entre ellas está el reconocimiento de las emociones, identificar sus características y la función que tiene cada una de ellas en la vida de los seres humanos. Para reforzar la comunicación e interacción con sus compañeros, se les habló de lo que es la empatía, el autoconocimiento, la asertividad, la autorregulación y la mediación. Dado que como seres humanos nos enfrentamos a diferentes conflictos a lo largo de nuestra vida y tendremos que hacerles frente, la mediación fue de gran ayuda para que los menores y adolescentes identificaran las principales problemáticas que se presentan en ese momento en su lugar de convivencia, posicionándolos a ellos como actores claves para la solución de las mismas.
Los resultados obtenidos fueron positivos, tras poner en práctica un ejercicio de medición de conflicto en grupo durante el taller. Considero que la mediación es una gran herramienta para resolver pugnas, ya que busca que las partes involucradas generen acuerdos para solucionarlas. La mediación se utiliza en las aulas para educar desde la paz, es decir de forma más creativa y menos violenta y generar nuevas estrategias para resolver problemáticas grupales, en casa e incluso en los sistemas de justicia en la Ciudad de México.
Mantener un clima de convivencia positivo entre los que integran un grupo contribuye al bienestar y al progreso personal de niños, niñas, jóvenes y personas adultas (Boqué, 2000), sin embargo dentro de los espacios compartidos no siempre habrá personas que empaticen con nosotros y se presentarán discrepancias o diferentes formas de actuar o pensar. La mediación se convierte en una estrategia para abordar el conflicto, pero ¿Cómo se da su proceso? Para este blogpost me enfocaré en la mediación escolar o en el aula.
Para iniciar con el proceso de mediación en grupo, es necesario identificar quién ocupará el rol del mediador, ya que éste debe contar con las siguientes destrezas: habilidad de escucha, ser neutral, sensible, empático y habilidad para la negociación. Después de esto, es importante que los integrantes del grupo identifiquen lo qué es un conflicto y cómo se puede presentar; para que les quede claro es necesario usar un lenguaje mucho más sencillo y apropiado, dependiendo de las edades de los participantes, lo que ayudará para que ellos puedan nombrarlos.
Una vez establecido el rol, se sugiere generar un espacio de escucha, el o la mediadora deberá solicitar a sus compañeros que de forma respetuosa y por turnos nombren los principales conflictos que se presentan dentro de su grupo, molestias y enojos, para que los presentes en ese espacio de escucha además de identificar el problema, también reconozcan cómo se siente el otro(s) al respecto. Posterior a ello, juntos proponer ideas para que los involucrados puedan trabajar en conjunto y resolverlos. Es importante dar continuidad a este proceso para verificar que los acuerdos generados se lleven a cabo, y el guía o responsable del grupo dé un seguimiento.
Para cerrar con el ciclo de trabajo en OLAKAC se decidió generar estas estrategias con el fin de dotar a los beneficiarios del proyecto de herramientas para hacer frente a la vida adulta, esperando generar un impacto en cada uno de ellos, visualizando que en un futuro próximo serán agentes de cambio en su entorno y vida cotidiana, además de que pondrán en práctica los conocimientos adquiridos durante los talleres. Les invito a que realicen este ejercicio de “mediación de conflictos” cuando se enfrenten a uno para generar una mejor convivencia en su entorno.
Bibliografía
Boqué, M (2000), Educar para la convivencia. Prevención, análisis y negociación ayuda entre iguales, medicación. Revista en Portada N°55, Febrero de 2006.