Ver, escuchar y paladear: Cinéfilo. Foodie. Comelibros. Artista visual. Músico. Chef. Escritor(a). Palabras que veo una y otra vez en la osciosa lectura diaria del acontecer mundano colectivo que co-creamos y ocurre en la virtualidad del Internet. Ojos, oídos, boca. Ver, escuchar y paladear. Estimulante, sí, pero incompleto para la experiencia humana. ¿Me he olvidado acaso de los significados que la temperatura y el olor de las cosas y seres tienen en mi vida?
Una misma taza de café, sin alterar sus componentes, se disfruta o se sufre de manera distinta según su temperatura. Aunque las preferencias en los extremos de frío y caliente tienen cada una muchos aficionados, ambos grupos coinciden que el café tibio es el que menos se goza. La cama caliente de la compañía. La cama fría de la ausencia. La sopa caliente del consuelo y la sopa fría de la desolación. Un pecho o un regazo tibio donde se recarga nuestra cabeza cansada que tiene además un olor que envuelve la memoria.
Los humanos tenemos olores diversos, aunque nuestra nariz no pueda percibirlos todos y la nariz de un perro sí. Diferentes etnias, de todos los colores, tienen olores distintivos. He conocido personas que han perdido el olfato después de sufrir un accidente o enfermedad, o simplemente por avance de edad. He conocido personas que humillan los olores de otras. Hay olores placenteros en sí mismos que crean combinaciones desatinadas al mezclarlos con otros. Hay olores que engañan al paladar: “no sabe a lo que huele”. Hay olores que aparecen de pronto para recordarnos pasados ya idos.
Las plantas que dan flores con olor, no las dan todo el año, pero mientras vivan, cumplirán nuevos ciclos y su perfume regresará. La lluvia fría golpea la tierra y ésta suelta su petricor. La fruta fresca se corta y su perfumada alma se expande antes de desaparecer. Sentir, oler. Cara tibia, aliento cálido, olor a casa. Chocolate. Caliente.
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Fotografía y receta: https://elhornodelucas.com/recetas-bebidas-calientes/chocolate-oaxaqueno-de-agua-bebida-tradicional
